El sábado 10/11/12, un grupo de Socios de Subacuáticas, salimos a navegar en el barco de Juan Angel Arrieta, para tentar a la suerte, en la pesca de grandes peces en el cantil. Con la pesca no hubo suerte. Quizás las fechas no eran ya las apropiadas para este tipo de pesca, pero por otro lado, la ocasión nos regaló, además de un estado de la mar razonablemente bueno y un día agradablemente soleado, el avistamiento de un numeroso grupo de delfines jugando alrededor de la embarcación.
En la travesía de regreso, pudimos seguir el rastro de un gran cetáceo y pudimos ver su lomo y resoplidos en un par de ocasiones. Una pena no poder acercarnos mas pero aún así el encuentro tuvo su emoción. Las fotos no hacen honor al espectáculo presenciado, pero ya se sabe lo caprichoso de estos animales y basta que quieras fotografiarles, para que no se dejen. Hasta el punto de que en el momento que guardaba la cámara para protegerla del agua, los delfines, se hacían más visibles y así en varias ocasiones, llegando a sospechar que lo estaban haciendo con clara intención de no dejarse fotografiar. La poca habilidad del fotógrafo (me declaro culpable) probablemente, también influyó. En cualquier caso, un buen día de mar con agradable compañía y las escenas grabadas en nuestras retinas.
Nos vemos en el fondo. JuanMa.
Crónica avistamiento de Cetáceos
El sábado 10/11/12, un grupo de Socios de Subacuáticas, salimos a navegar en el barco de Juan Angel Arrieta, para tentar a la suerte, en la pesca de grandes peces en el cantil. Con la pesca no hubo suerte. Quizás las fechas no eran ya las apropiadas para este tipo de pesca, pero por otro lado, la ocasión nos regaló, además de un estado de la mar razonablemente bueno y un día agradablemente soleado, el avistamiento de un numeroso grupo de delfines jugando alrededor de la embarcación.
En la travesía de regreso, pudimos seguir el rastro de un gran cetáceo y pudimos ver su lomo y resoplidos en un par de ocasiones. Una pena no poder acercarnos mas pero aún así el encuentro tuvo su emoción. Las fotos no hacen honor al espectáculo presenciado, pero ya se sabe lo caprichoso de estos animales y basta que quieras fotografiarles, para que no se dejen. Hasta el punto de que en el momento que guardaba la cámara para protegerla del agua, los delfines, se hacían más visibles y así en varias ocasiones, llegando a sospechar que lo estaban haciendo con clara intención de no dejarse fotografiar. La poca habilidad del fotógrafo (me declaro culpable) probablemente, también influyó. En cualquier caso, un buen día de mar con agradable compañía y las escenas grabadas en nuestras retinas.
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