El día 1 de Septiembre, en una de las muchas inmersiones que hacemos en Getaria con las cámaras y con una cuadrilla de amigos (Luis Martínez, Jesús Montesinos, Iñigo Azkue, Alex Jauregi, Andoni “tigre” Bengoetxea, Sergio Rodríguez, Yoli, y un servidor –perdón si olvido a alguien-), tuve la fortuna de ver una piedra que seguramente habíamos visto muchas veces pero que ese día me pareció diferente. Tenía un borde muy afilado (y eso no es muy habitual en los pedruscos). Al moverlo, me di cuenta por el peso de que era metálica. Por la forma, pensé que era una de las piezas de cobre de la urca Iturritxiki hundida a unos 350 metros y que ya había sido excavada hace 30 años. Habiendo comprobado a lo largo de los últimos años indicios de “expolio” de algunas piezas sumergidas, decidí extraerlo del agua para entregárselo a nuestro compañero Daniel Landa, que trabaja en Gordailu (lugar en el que actualmente se encuentra custodiada la pieza).
Fue una sorpresa llegar a mi casa y comprobar que no era de cobre, sino de plata pura, por lo que imaginando que era un hallazgo muy singular lo entregué a la Ertzaintza que inició el protocolo habitual para estos casos.
Hasta el día de hoy (26 de Octubre) en el que se ha hecho público el tema, ha sido necesario mantenerlo en secreto para evitar la posibilidad de rapiñas y expolios bastante habituales –por desgracia- en estas situaciones, y hacer una cata con arqueólogos profesionales a los que tuvimos Luis y yo la fortuna de guiar y ayudar (bonito trabajo).
Efectivamente Diputación ha valorado esto como un hallazgo excepcional y le ha dado una enorme importancia. Desde luego parece único en toda la cornisa cantábrica. La explicación que parece más veraz es la de que se trata de un lingote de plata pura de casi 8 kilos traído de contrabando desde América, y que en algún “cambalache” cayó en la bahía de Getaria quedándose allí aburrido los últimos 500 años.
Me ha tocado la “lotería” de encontrarlo, y puedo decir que he cumplido uno de esos muchos sueños que tenemos de niños, que es el de encontrar un “tesoro”, aunque sea pequeñito.
Asimismo he sentido el apoyo de los compañeros que me acompañaron aquél día y de los miembros de la Junta Directiva, que compartían el “secreto” de lo cual estoy muy agradecido.Estoy muy orgulloso del club al que pertenezco, la Real, y quiero que esto nos sirva para implicarnos con más fuerza en la preservación de nuestro patrimonio histórico sumergido que como sabéis, en increíble. Algo haremos.
El día 1 de Septiembre, en una de las muchas inmersiones que hacemos en Getaria con las cámaras y con una cuadrilla de amigos (Luis Martínez, Jesús Montesinos, Iñigo Azkue, Alex Jauregi, Andoni “tigre” Bengoetxea, Sergio Rodríguez, Yoli, y un servidor –perdón si olvido a alguien-), tuve la fortuna de ver una piedra que seguramente habíamos visto muchas veces pero que ese día me pareció diferente. Tenía un borde muy afilado (y eso no es muy habitual en los pedruscos). Al moverlo, me di cuenta por el peso de que era metálica. Por la forma, pensé que era una de las piezas de cobre de la urca Iturritxiki hundida a unos 350 metros y que ya había sido excavada hace 30 años. Habiendo comprobado a lo largo de los últimos años indicios de “expolio” de algunas piezas sumergidas, decidí extraerlo del agua para entregárselo a nuestro compañero Daniel Landa, que trabaja en Gordailu (lugar en el que actualmente se encuentra custodiada la pieza).
Fue una sorpresa llegar a mi casa y comprobar que no era de cobre, sino de plata pura, por lo que imaginando que era un hallazgo muy singular lo entregué a la Ertzaintza que inició el protocolo habitual para estos casos.
Hasta el día de hoy (26 de Octubre) en el que se ha hecho público el tema, ha sido necesario mantenerlo en secreto para evitar la posibilidad de rapiñas y expolios bastante habituales –por desgracia- en estas situaciones, y hacer una cata con arqueólogos profesionales a los que tuvimos Luis y yo la fortuna de guiar y ayudar (bonito trabajo).
Efectivamente Diputación ha valorado esto como un hallazgo excepcional y le ha dado una enorme importancia. Desde luego parece único en toda la cornisa cantábrica. La explicación que parece más veraz es la de que se trata de un lingote de plata pura de casi 8 kilos traído de contrabando desde América, y que en algún “cambalache” cayó en la bahía de Getaria quedándose allí aburrido los últimos 500 años.
Me ha tocado la “lotería” de encontrarlo, y puedo decir que he cumplido uno de esos muchos sueños que tenemos de niños, que es el de encontrar un “tesoro”, aunque sea pequeñito.
Asimismo he sentido el apoyo de los compañeros que me acompañaron aquél día y de los miembros de la Junta Directiva, que compartían el “secreto” de lo cual estoy muy agradecido.Estoy muy orgulloso del club al que pertenezco, la Real, y quiero que esto nos sirva para implicarnos con más fuerza en la preservación de nuestro patrimonio histórico sumergido que como sabéis, en increíble. Algo haremos.
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